Extraño esos días raros que viví con vos. Me
dijiste que era una amiga, una gran amiga, una persona especial y
distinta que se había colado en tu vida, que a mi lado sentías y vivías
cosas hermosas, que a pesar de querer negarlo te llegó a embargar la
ilusión. Lo vi en tus ojos, en tus labios y en el estremecer de tu
cuerpo.
Pero después volvimos a este mundo real tan distinto de las
historias de amor que se cuentan en las películas. Encontraste una
excusa para engañarte, para justificarte, para poner fin. Sembraste
distancia entre los dos, la cual crecio más de lo que te
imaginas. Lo nuestro era una locura, y yo sólo fui una manera de no permitir tu soledad, de enterrar tu melancolía y tus autoengaños.
Aunque
caes en el olvido me quedo con la grata sensación y convencimiento de
que puedo, y de que estoy preparada para ilusionarme, que quiero
hacerlo. Volver a sentir que estoy viva, que creo en el amor verdadero y
no en la falsedad. Siento que tengo mucho en
mi interior, y que llegará ese día que cambiará todo.
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